miércoles, 7 de marzo de 2012

CRUZAR LA META: IMPORTA MÁS EL CÓMO QUE EL CUÁNDO

Algunas de las historias que suelo utilizar para reflexionar en las clases están protagonizadas por deportistas. No es difícil encontrar ejemplos de lucha, de superación, de esfuerzo y sacrificio en atletas o deportistas de diversas disciplinas. Sin embargo los mejores ejemplos no se encuentran en los grandes campeones, en los plusmarquistas o en los deportistas mejor pagados. Hay que bucear un poco para descubrir las historias personales que se esconden detrás de cada atleta y de sus victorias o derrotas. Un buen granero de historias son los Juegos Olímpicos, ya que en pocos días, los atletas se juegan el esfuerzo realizado durante los últimos cuatro años. Una de las historias que suelo contar es la del velocista Derek Redmond y su carrera de clasificación en las semifinales de los 400 metros en las olimpiadas de Barcelona.

La historia de este velocista británico se encuentra plagada de lesiones que dificultaron su carrera profesional. Hasta en 18 ocasiones tuvo que pasar por el quirófano para poder continuar practicando atletismo al máximo nivel. Derek demostró a lo largo de su carrera una gran tenacidad y una gran capacidad para sobreponerse a estas lesiones. Sin embargo, Derek saltó a la fama no gracias a sus records o medallas, sino precisamente gracias a una lesión, y sobre todo, gracias a su reacción tras esta lesión. Su semifinal en los 400 metros libres de las Olimpiadas de Barcelona, en la que partía como uno de los favoritos dio rápidamente la vuelta al mundo, consiguiendo emocionar a millones de personas y convirtiéndolo en uno de los protagonistas de aquella cita olímpica.

Una vez más, esta historia demuestra que más allá del valor de los resultados, de los triunfos o de las medallas, el mérito, la grandeza de un deportista se encuentra en el tamaño de las dificultades o de los adversarios que ha tenido que superar. Es la actitud ante las circunstancias lo que determina el nivel de las personas.

Hoy, en todos los campos, y también en la educación, parece que sólo cuenten los resultados, las notas, las evaluaciones, las comparaciones, la posición que se ocupa en el ranking de tal o cual estadística,… sin embargo importa menos el proceso, los medios, las ventajas o los inconvenientes que hemos tenido que superar durante el camino. ¿Dónde queda esa “evaluación continua” que mide la progresión del alumno, que lo compara consigo mismo y no con los demás?. Los resultados son sólo una parte del todo, la punta del iceberg, la “parte gorda” se encuentra sumergida.

El ejemplo de Redmond, su actitud durante la carrera, nos enseña que lo más importante es no darse por vencido, levantarse y continuar, no por la clasificación, no por el tiempo, no por los demás, sino para demostrarnos a nosotros mismos que nos entregamos, que lo intentamos y que dimos lo mejor de nosotros en el intento. Al final, lo de menos es el resultado final, sino la sensación con la que nos quedemos. Nosotros somos los verdaderos jueces de nuestros actos, y nunca podremos sentirnos fracasados si sabemos que lo intentamos con todas nuestras fuerzas. Lo que digan las notas, las evaluaciones, las estadísticas o el informe Pisa,… es otra historia. A veces el vencedor no es quien cruza la meta en primer lugar.



Recientemente se ha publicado que Derer Redmond será una de las personas que porte la antorcha olímpica para inaugurar los juegos olímpicos de Londres 2012.

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