lunes, 8 de octubre de 2012

EDUCAR DESDE LAS FO

Ya he comentado en anteriores ocasiones que no hay una fórmula mágica para educar, que no hay una receta que funcione en todos los contextos y con todas las personas, y que ello implica que podemos encontrar un abanico importante de propuestas y metodologías eficaces. E incluso que, cuantas más estrategias conozcamos, y cuanta mayor capacidad de observación y adaptación tengamos, mejores serán los resultados que obtengamos.

Sin embargo todo lo dicho no significan que no podamos encontrar metodologías que, en la mayoría de escenarios y con la mayoría de alumnos, funcionan mejor que otras. Y al contrario, métodos de aprendizaje, comúnmente utilizados por cierto, cuyos resultados la investigación psicopedagógica ha demostrado que son nefastos y contraproducentes.

Es posible que no existan varitas mágicas, pero hay fórmulas que se aproximan bastante. Para mí,  educar desde la FO”, es una de estas fórmulas cuasi mágicas y que funcionan siempre. Me explico…

Uno de los instrumentos más completos que hemos importado del mundo de la empresa y que podemos utilizar con éxito en el campo educativo es el análisis DAFO. Esta es, desde mi punto de vista, una herramienta imprescindible cuando se trabaja orientación con los alumnos. La matriz DAFO nos permite plasmar en un cuadro las Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades, del alumno con respecto a su futuro personal o profesional. El plasmar en un cuadro todos estos elementos supone un intenso esfuerzo de reflexión, pero que, una vez realizado se convierte en un excelente punto de partida para definir objetivos y acciones concretas.

Una vez realizada, la matriz DAFO nos muestra dos caminos entre los que tendremos que elegir. Podremos actuar desde el DA: Reconociendo nuestras Debilidades como puntos de mejora que tendremos que esforzarnos en corregir, y diseñar mecanismos preventivos para protegernos frente a nuestras Amenazas, o… podemos actuar desde la otra parte de la ecuación, desde la FO. Priorizar las FO supone reconocer nuestras Fortalezas y ponerlas en valor, supone aprovechar nuestras Oportunidades y ver que son ellas las que nos marcan el camino a seguir.

Se podrá argumentar, que la matriz DAFO no plantea tal disyuntiva, es más, que se debería tener en cuenta la información que nos aporta cada cuadrante. Siendo esto cierto, mi particular opinión, y la mayoría de investigaciones psicológicas coinciden en esto, es que obtendremos mejores resultados si cimentamos nuestra acción desde las Fortalezas y Oportunidades, que si nos obsesionamos en el camino de la corrección y la prevención.

Orientar o educar desde las FO, requiere en primer lugar de un intenso trabajo de conocimiento de nuestros alumnos, de detectar sus particulares capacidades, aquellos aspectos en los que son más competentes, para reforzarlos y utilizarlos como base para nuestra interacción con ellos. Educar desde la FO supone utilizar refuerzos y retos más que advertencias o castigos, supone individualizar en vez de generalizar.

La conocida fábula de la carpintería, comúnmente utilizada para mostrar aspectos del trabajo en equipo, ejemplifica a la perfección el papel del educador FO, frente al educador DA (por desgracia más común).

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre estaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos".

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.

Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

¡FELIZ REFLEXIÓN!

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