jueves, 4 de octubre de 2012

EL CICLO DE LA VIDA.

Hace unos días estuve en Madrid para ver el musical de El rey león.  Lo que más me impresionó del espectáculo fue su extraordinaria capacidad de asombrar. Me explico: Cuando un espectáculo viene precedido de una impresionante campaña de promoción, como es el caso, cuando se han mostrado imágenes de los ensayos, de los escenarios, entrevistas con sus protagonistas, cuando la función lleva años representándose, cuando la historia es más que conocida, cuando  se ha generado tanta expectación,  es muy difícil estar a la altura de las expectativas creadas. Y por supuesto, lo que es mucho más difícil es mantener la capacidad de sorprender, de asombrar, además desde el minuto uno, a todo un teatro repleto de espectadores con elevadas expectativas. Desde luego el secreto de su éxito es un despliegue técnico increíble y una imaginación desbordante que se plasma en cada mínimo detalle del vestuario, del escenario, de la música, de las interpretaciones,…
El asistir al musical me hizo recuperar la historia, profundizar en su argumento, en el mensaje y  las reflexiones que encierra.  El texto de El rey león plantea un tema universal, es la historia del hombre que busca su lugar en el mundo. La acción comienza con la llegada al mundo de Simba, el joven heredero, y a lo largo de la obra lo acompañamos en su periodo de crecimiento y maduración. Tras una infancia feliz, Simba, al igual que cualquier adolescente, atraviesa su fase de desafío a las normas establecidas, de desobediencia a los adultos, cuando se adentra en las tierras pantanosas fuera de los límites permitidos, a pesar de la prohibición expresa de Mufasa. El niño feliz, obediente y sumiso deja paso al contestatario y desconfiado adolescente que necesita experimentar y comprobar por sí mismo las cosas. La desgracia de la muerte de su padre, y el mal consejo de su tío Scar le abocarán a la etapa de crisis personal y desorientación propia del fin de la adolescencia y el paso a la juventud.
El joven Simba aparece perdido y solitario en medio de la selva, donde encuentra consuelo en los simpáticos y alocados Timón y Pumba, los amigotes de juventud, a los que creerá a pies juntillas como dueños de la verdad absoluta. Ellos le introducirán y acompañarán en la desenfadada y feliz etapa de hakuna matata, donde no existen los problemas, donde nada tiene consecuencias, donde no hay mañana, donde sólo impera la ley del carpe diem. Hasta que una noche, de nuevo, las dudas surgen en su corazón y las preguntas brotan con fuerza en su interior. La búsqueda de su lugar en el mundo, atenuada durante un tiempo,  sigue su ciclo imparable.
Aquí ocurre una de las escenas más emotivas y cargadas de sentido de la historia, cuando el joven y confuso Simba se encuentra con Rafiki, el mono. Al más puro estilo de cuando el alumno está preparado aparece el maestro. El viejo mono loco Rafiki ejerce de guía, de maestro, de padre, de coach. Es el momento de los grandes interrogantes, de las preguntas poderosas. Cuando Simba pregunta a Rafiki ¿quién eres?, y él le contesta: “la pregunta es ¿quién eres tú?” Simba admitiendo su confusión acaba respondiendo “creía saberlo, pero no estoy seguro”. Este es el momento mágico y trascendental en el que la madurez llama a la puerta, el momento en el que el joven león siente la necesidad de encontrar las respuestas, de encontrar el sentido de su existencia, de descubrir su sitio en el mundo. Cansado de holgazanear, de conformarse con cubrir las necesidades básicas de cada día, aparecen las necesidades de autorrealización y de transcendencia: las necesidades del cuerpo dejan paso a las necesidades del espíritu. La voz de su padre reflejada en el agua le marca el camino: “Mira en tu interior. Eres más de lo que eres ahora”.
El momento Rafiki es el momento clave de nuestras vidas, es el punto de inflexión, el momento en el que decidimos quién queremos ser. Cada uno experimentaremos este instante de una manera distinta, en un momento distinto, pero la decisión que tomemos determinará nuestro futuro. Esta es una decisión personal, que no está condicionada por las circunstancias, sino por la actitud con la que nos enfrentemos a ellas. Podemos ser más proactivos o más reactivos, enfrentarla o rehuirla, pero en todo momento seremos dueños de nuestra decisión. Es el momento de enfrentarse a los miedos. Es la batalla que conduce a la madurez.
Simba reconoce sus miedos: “Sé lo que tengo que hacer, pero si regreso, tendré que enfrentarme al pasado, y llevo tanto tiempo huyendo de él”. Es el momento oportuno, el alumno está preparado y el maestro Rafiki le ofrece la lección más importante que aprenderá en su vida. La escena acaba así…
El mono golpea con su bastón al león, y este sorprendido le dice: “¡Eh!, ¿por qué has hecho eso?”
-No importa. Está en el pasado.
-Sí, pero aún duele – contesta Simba frotándose la cabeza.
-¡Oh sí! El pasado puede doler pero,… tal y como yo lo veo puedes huir de él o aprender.
Rafiki intenta de nuevo golpear a Simba, pero esta vez el león esquiva el golpe. Simba se aleja corriendo de allí. Ha tomado una decisión: va a enfrentarse a sus miedos, va a tomar las riendas de su vida. Ha elegido aprender. El león adulto reclama el sitio que le pertenece.
Y este es el momento más importante del ciclo vital. El momento en el que nuestros jóvenes cachorros tienen que decidir entre enfrentar sus miedos y reclamar su espacio o, por el contrario, agachar la cabeza y abandonarse a los placeres y comodidades del hakuna matata indefinidamente. La madurez no es algo que llegue con la edad, sino como consecuencia de nuestras decisiones.

Como dijo alguien, "entre ser o no ser, yo elijo ser."
¡FELIZ REFLEXIÓN!

1 comentario:

  1. Hakuna Matata
    Vive y deja vivir
    Hakuna Matata
    Vive y sé feliz

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