martes, 28 de febrero de 2012

LA POCIÓN DEL DRUIDA

Estamos en el año 50 antes de Jesuscristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos... ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor. Y la vida no es fácil para las guarniciones de legionarios romanos en los reducidos campamentos de Babaórum, Acuárium, Laudánum y Petibónum...”

Así comenzaban todas las historietas de Astérix y Obelix, unas de mis favoritas cuando niño. Este texto enmarcado en la esquina inferior acompañaba un inmenso mapa de la Galia donde, con ayuda de una lupa, se podía observar la pequeña aldea de los irreductibles galos.

Un día en clase utilice este mismo párrafo para introducir el tema que íbamos a tratar. Primera decepción: Muchos de los alumnos no conocían a los famosos galos. Les comento, a modo de anécdota, que habían emitido en la 2 (cadena que no sintonizan sus televisores) un reportaje sobre un grupo de arqueólogos que habían descubierto en Bretaña los restos de una antigua civilización. Estos científicos sospechaban que Goscinny y Uderzo se habían inspirado en una leyenda local para crear sus personajes. Ya metido, avanzo en mi mentira: Parece ser que entre los restos se han descubierto unos bien conservados pergaminos entre los que se encuentran varios que describen curas y tratamientos medicinales, así como la composición de diferentes pócimas y elixires que servían para realizar encantamientos diversos. Los investigadores han centrado su interés en uno, cuyos efectos, aparentemente consiguen producir un aumento exponencial en las capacidades físicas de quién lo toma.

Planteo la pregunta: Si finalmente los científicos logran un brebaje capaz de producir los mismos efectos que la poción de Panoramix, y este se comercializa, ¿Qué precio estaríamos dispuestos a pagar por una pequeña cantidad de este producto?, ¿Qué uso le daríamos?. Dejó volar su imaginación desbordada durante unos minutos.

Segunda cuestión: ¿Por qué somos tan dados a creer en pócimas milagrosas que nos faciliten las cosas?, ¿Por qué pensamos y buscamos la manera sencilla y rápida de conseguir las cosas?, ¿Por qué en vez de valorar las cosas por sí mismas, no las valoramos por lo que nos ha costado conseguirlas?, ¿Por qué existe una “ley del mínimo esfuerzo” y no del “máximo”?, ¿Por qué alguien que consigue las cosas con tesón y esfuerzo parece tonto y alguien que las consigue fácilmente y a través de engaños es listo?.

Planteo el tema de la actitud, de la confianza en uno mismo y en nuestras posibilidades como la verdadera poción que nos permitirá conseguir la mayoría de nuestras metas. Les hablo de la teoría de las diez mil horas necesarias para conseguir dominar una disciplina. Ponemos ejemplos de deportistas a los que ellos admiran. ¿Cómo han conseguido sus metas?, ¿Han tomado “poción” o han dedicado esfuerzo?. Repito la frase que tenemos colgada en un cuadro de la clase: “El éxito o el fracaso no depende de las circunstancias, sino de nuestra actitud ante ellas”. La actitud es la llave que nos abrirá las puertas. La actitud es la verdadera poción del druida.

sábado, 25 de febrero de 2012

EL EJEMPLO DE ANNA

Estaba hojeando el periódico Levante de ayer viernes cuando una noticia me llamó poderosamente la atención. En realidad lo que me atrajo fue la fotografía que acompañaba la noticia. La imagen, tal y como comenta el texto, muestra a Anna, una joven estudiante que participaba en las manifestaciones estudiantiles de Valencia, arrinconada por uno de los antidisturbios que la amenaza para que abandone su protesta y se marche a casa. La cara de Anna es todo un poema, es la viva imagen del miedo a punto de desbocarse en pánico. La suplica desesperada de la presa que se sabe a merced de su depredador. Según sigue la noticia del periódico Anna, a pesar de su ansiedad, contesta al policía que no puede, que no puede irse de allí porque ha acudido a defender sus derechos. Su “no me pegue!” no es un grito que implora compasión, está pidiendo justicia.

Inconscientemente asocio esta imagen con otra que durante mi etapa estudiantil me marcó. Entre ambas imágenes hay un mundo, son situaciones bien distintas representativas de realidades diametralmente opuestas y con repercusiones y consecuencias distintas. Quizá alguien opine que la comparación es exagerada, desmesurada y falta de rigor. Pero es lo que tiene la mente, que a veces, se le “va la pinza” y nos plantea extrañas ideas. El caso es que la fotografía de Anna se ha asociado en mi cabeza con aquella histórica foto del estudiante ante los tanques en la plaza de Tiananmen.
Puede que no haya muchos puntos en común, pero yo veo en ellas la representación del David contra Goliat. La escena del pequeño contra el poderoso, del débil contra el fuerte, de la convicción de los ideales contra la fuerza de las armas, de la verdad contra el abuso, del valiente ante el cobarde. Además en ambas situaciones se produjo la victoria del pequeño.

Los tanques no avanzaron aquella mañana en china, al menos no aquel día, al menos no en aquella avenida. Intentaron sortear el gesto valiente del anónimo ciudadano, sin atreverse a enfrentar su actitud decidida a permanecer inmóvil ante el abuso de la fuerza. Los principios vencieron a las armas. Fue una batalla ganada, aunque se perdiera la guerra. Quizá el asesino tuvo que esperar a la oscuridad de la noche para poder masacrar a los estudiantes sin tener que mirarles a los ojos.

También Anna, entre su ansiedad y su miedo, entre su pavor a los golpes, prefirió mantener su postura y no sacrificar sus principios. Nadie la hubiera acusado de cobarde, muchos habríamos echado a correr como almas que lleva el diablo sin avergonzarnos por ello. Sin embargo Anna, la viva representación de la inocencia y del miedo, de la justicia y la fe, consiguió aflorar la sensatez del policía, que fue incapaz de golpearla. Cuenta la noticia que el policía la tomó del brazo y la apartó hasta un lugar seguro.

¿Quién en su sano juicio podría pisar el acelerador de su tanque pasando por encima de una persona indefensa. ¿Quién en su sano juicio podría golpear a la chica que llora, que suplica y que se escuda en su libertad para ocupar la calle?.

miércoles, 22 de febrero de 2012

REIVINDICAR EL FUTURO


La entrada/reflexión de hoy viene inspirada por las manifestaciones estudiantiles que durante esta semana se están produciendo en Valencia y por los graves incidentes que las acompañan. Recuerdo una frase escuchada en el fantástico cortometraje de Aleix Saló “Españistán”, en el que explicaba las causas de la actual crisis económica en España con la lapidaria frase: De aquellos barros estos lodos.

Utilizo esta frase para reflexionar sobre las causas que provocan (y provocaran) las multitudinarias manifestaciones de profesores, padres y alumnos en contra de los recortes y los abusos contra el sistema educativo. Me produce inquietud al pensar sobre las causas que nos han llevado hasta la situación actual. ¿Cuáles son los motivos que conducen a la comunidad educativa a tomar las calles?. Más allá de las discutibles medidas que afectan a las condiciones laborales y salariales del profesorado y, de continuar con la eterna caza de brujas, cabe preguntarse, ¿qué se supone que deben hacer los millones de jóvenes a los que se les ha robado el futuro, la esperanza, la ilusión?. ¿Nos parecería más lógico que permanecieran ajenos, alienados, expectantes ante el gris futuro que se les presenta?.

¿Cuál es la finalidad de la educación: socializar en el conformismo y en la aceptación del statu quo o plantar la semilla del inconformismo y de la esperanza en que un mundo mejor es posible?. No concibo otra opción que la de formar alumnos esperanzados, ilusionados, valientes, luchadores, con ganas de aportar su granito de arena para construir entre todos una sociedad más justa. Ante las actuales circunstancias no puedo menos que sentir cierta simpatía y admiración hacía movimientos como 15M o hacia los estudiantes del IES LLuis Vives. Prefiero verme reflejado en una juventud reivindicativa y luchadora por su futuro que, por una juventud alienada y seguidora de “grandes hermanos”, “salvames” y demás programas basura. Educar, no es sólo saber, también es saber ser.


Si entendemos que la formación es nuestra arma más eficaz para intentar salir de la crisis, si compartimos la idea de que el mayor activo de una sociedad son sus jóvenes, entonces ¿dónde están las famosas líneas rojas de la educación?.


Acompaño un video del genial dibujante checoslovaco Pavel Koutsky del año 1997 que reflexiona sobre el sentido de la educación. El video lleva por título “Duelo” como metáfora por la muerte de una manera de entender la educación y el nacimiento de otro enfoque distinto. Al volver a ver alguna de las escenas del cortometraje pensé en que de haberlo realizado hoy quizá lo habrían titulado “El terrorífico ataque de las tijeras voladoras”.

lunes, 20 de febrero de 2012

UN CUENTO PARA REFLEXIONAR SOBRE LA EDUCACIÓN

Esta es una historia indispensable para reflexionar sobre la influencia que nuestras palabras y nuestros actos tienen sobre los alumnos. El cuento de Helen Buckley muestra como, de manera consciente o inconsciente, estamos transmitiendo algo más que conocimientos o habilidades en cada una de nuestras clases. No sólo lo que hacemos, sino también aquello que dejamos de hacer influye en la formación de nuestros alumnos. Muchas veces la verdadera formación habita entre los pliegues de los libros y libretas, en los tiempos muertos entre clases, en las conversaciones informales de pasillo, en el hecho de compartir un lápiz, en una mirada, en un gesto, en el tono de una respuesta. Muy a menudo la verdadera formación se nos escapa entre los dedos mientras intentamos atraparla en objetivos, normas, planes de estudio y asignaturas.

UN NIÑO.

Erase una vez un niño que acudía por primera vez a la escuela. El niño era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.

Una mañana, estando el pequeño en la escuela, su maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.

Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores. ¡Qué bueno! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.

Pero la maestra dijo: - Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor roja con un tallo verde. El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.

Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer algo con barro. ¡Qué bueno! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.

Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de comenzar y luego esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar un plato. ¡Qué bueno! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.

Pero la maestra dijo: -Esperen, yo les enseñaré cómo y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato. -Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden comenzar. El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.

Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.

Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer.

Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo: ¿No quieres empezar tu dibujo? Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer? No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra. ¿Y cómo lo hago? - preguntó. Como tú quieras contestó. ¿Y de cualquier color? De cualquier color dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo? Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.”

Helen Buckley

viernes, 17 de febrero de 2012

LA EMPLEABILIDAD ES UNA ACTITUD

Uno de los principales objetivos que perseguimos en los programas de formación en los que trabajo es el de mejorar la empleabilidad de nuestros alumnos. La empleabilidad es una palabreja extraña que últimamente se ha puesto bastante de moda (aunque parece que el corrector de mi Word no se entera, ya que se empeña en subrayarla en rojo cada vez que la escribo). Definiciones de empleabilidad hay para todos los gustos, en todo caso haría referencia a la medida de las posibilidades que una persona tiene de encontrar o mantener un puesto de trabajo atendiendo a sus capacidades, a sus potencialidades, y a las características de un mercado de trabajo en continuo cambio. Es decir, la empleabilidad no sólo depende de la persona sino también del entorno, del mercado laboral, y además no es una medida fija, sino que varia con el tiempo y también con el espacio (ya que dependiendo de la zona geográfica donde nos encontremos se pueden demandar más unas competencias u otras).

Para mí la medida de la empleabilidad es sobre todo la medida de las actitudes de cada persona. Además creo que mientras que los conocimientos o habilidades que demanda el mercado laboral tienen una variabilidad mayor, las actitudes que se valoran son más estables, están menos expuestas a fluctuaciones. Los perfiles profesionales, los oficios que se demandaban hace diez años, ahora están saturados y se buscan trabajadores con conocimientos distintos, sin embargo en el ranking de las actitudes más valoradas ha habido pocos cambios.

Utilizo el mismo ejemplo que les suelo citar a mis alumnos. En ocasiones, desgraciadamente cada vez menos a menudo, acudo a entrevistas con empresarios que necesitan cubrir un puesto de trabajo para ver la idoneidad de recomendar a alguno de nuestros alumnos. Les comento que en estas conversaciones, casi siempre, acabamos llegando al mismo punto: El empresario en cuestión me dice que no le importa tanto el curriculum del candidato (sus conocimientos, sus habilidades) como saber el tipo de persona que es, es decir, si es puntual, si es responsable, si es formal, si muestra interés, si es respetuoso, si muestra iniciativa por aprender, si sabe trabajar en equipo,….(actitudes en definitiva). En la mayoría de estas conversaciones lo que el empresario busca en mí es información que le ayude a predecir cómo se comportará su futuro trabajador, como se adaptará a su empresa. Intenta minimizar riesgos, lógico. A veces, los empresarios me comentan que no les importa si el candidato en cuestión tiene lagunas en su formación, si no domina tal o cual habilidad, si no conoce una determinada máquina en cuestión, tiempo tendrá, me dicen, para completar su formación en su puesto de trabajo, lo que si se convierte en un elemento clave es mi recomendación personal, mi “garantía”, de que el candidato es una persona en la que se puede confiar. Al fin y al cabo a todos nos gusta compartir nuestro trabajo con gente agradable, dispuesta a colaborar, que nos hace el trabajo más fácil.

Pienso como decía John Dewey que la educación debe ser primero humana y sólo después profesional. Debemos tender más hacia trabajar y modificar actitudes con nuestros alumnos que a ocupar tanto tiempo en la acumulación de conocimientos, e incluso habilidades que la tecnología o la aparición de nuevos materiales dejaran pronto desfasadas. Sin embargo mi apuesta es que con la actitud correcta su empleabilidad no se verá mermada con el paso del tiempo.

Os dejo el video que utilizo para acompañar estas reflexiones, es un consejo extraído del blog de Inés Temple, una ejecutiva peruana que tiene colgados en su blog interesantes videos sobre consejos prácticos para gestionar nuestra carrera profesional. En mis clase siempre suelo utilizar este: “las actitudes que necesitamos para ser empleables”. Me encanta su frase: “No puedes cambiar la cara que tienes, pero si la cara que pones”. Hagamos todo lo que esté en nuestra mano y no busquemos excusas en las cosas que nos quedan lejos. Más acción y menos compasión.


miércoles, 15 de febrero de 2012

SOBRE GANADORES Y PERDEDORES

Comparto con mis alumnos un texto que encontré en internet en el que se muestran las diferencias entre ganadores y perdedores. Les dejo unos minutos para que reflexionen y elijan una de las comparaciones para tatuárselas en la espalda. ¡¡Es broma!!, … mejor tatuársela en el pecho.

Seguramente no me harán caso y no se las tatuarán, aunque estoy seguro de que algunas de estas frases volarán por sus tuentis durante los próximos días. Por mi parte, con que les supongan cinco minutos de reflexión me conformo.

El texto dice así:

Cuando un ganador comete un error, dice: “Me equivoqué y aprendí la lección”. Cuando un perdedor comete un error, dice: “No fue culpa mía”, y se la atribuye a otros.

Un ganador sabe que el infortunio es el mejor de los maestros. Un perdedor se siente víctima de la adversidad.

Un ganador sabe que el resultado de las cosas depende de él. Un perdedor cree que la mala suerte existe.

Un ganador trabaja siempre muy duro y se permite tiempo para sí mismo. Un perdedor está siempre tan ocupado, que no tiene tiempo ni para los suyos.

Un ganador enfrenta los retos de uno en uno. Un perdedor les da vueltas sin atreverse a intentarlo.

Un ganador se compromete, da su palabra y la cumple. Un perdedor hace promesas, no asegura nada y, cuando falla, sólo se justifica.

Un ganador dice: “Soy bueno, pero voy a ser mejor”. Un perdedor dice: “No soy tan malo como mucha otra gente”.

Un ganador respeta a los que saben más que él y trata de aprender de ellos. Un perdedor se resiste ante los que saben más que él y sólo se fija en sus defectos.

Un ganador se siente responsable por algo más que su trabajo. Un perdedor no se compromete y siempre dice: “Yo sólo hago mi trabajo”.

Un ganador dice: “Debe haber una forma mejor de hacerlo”. Un perdedor dice: “Esta es la manera en la que siempre lo hemos hecho”.

Un ganador es parte de la solución. Un perdedor es parte del problema.

Un ganador se fija en toda la pared. Un perdedor se fija en el ladrillo que le corresponde poner.

¡ FELIZ REFLEXIÓN!

martes, 14 de febrero de 2012

ERIC "LA ANGUILA"

Envueltos en la disputa sobre si mis alumnos son o no fracasados, empiezo a contarles la historia de Eric Moussambani, apodado “la anguila”. Eric se dio a conocer internacionalmente al participar en las olimpiadas de Sidney del año 2000. Eric participó representando a su país, Guinea Ecuatorial, en la prueba de natación de 100 metros libres. Conforme voy contando su historia las voces van disminuyendo y finalmente logro atraer su atención. Apago las luces y vemos el video de la extraña carrera de clasificación que disputó Eric.

Eric disputó una carrera clasificatoria junto a otros dos nadadores que, fueron inicialmente descalificados por realizar una salida nula. A partir de aquí Eric queda automáticamente clasificado para la siguiente fase, pero deberá realizar la prueba para tener un tiempo oficial de clasificación. Eric consigue una marca cercana a los dos minutos, emplea más del doble de tiempo que la mayoría de sus competidores en nadar los 100 metros. Los últimos metros resultan agónicos, por momentos parece que Eric no alcanzará el otro lado de la piscina y se ahogará. Algunos comentaristas televisivos no pueden contener las risas y los chistes fáciles. Eric ha realizado una de las carreras más patéticas que se recuerdan en la historia del olimpismo.

Tras visionar su carrera y comentarles la historia pregunto: ¿pensáis que Eric es un fracasado, o por el contrario es un ganador, ya que ha conseguido el objetivo de clasificarse para la siguiente ronda?. Dejo que los comentarios se decanten hacia la crítica y que al poco lleguemos al consenso de que por mucho que haya obtenido la clasificación, Eric está más cerca del fracaso que del éxito. Primera parte superada: El éxito o el fracaso no están necesariamente relacionados con el resultado obtenido.

Tras este debate les doy algunos detalles clarificadores sobre los antecedentes de esta carrera. Moussambani participa en los juegos olímpicos sin conseguir el tiempo mínimo necesario para clasificarse, gracias a un sistema diseñado para permitir la participación de deportistas de países en vías de desarrollo. Es decir, Guinea Ecuatorial recibe una invitación para participar en natación en estas olimpiadas con el objetivo de incentivar el deporte en este país, que por meritos propios no podría obtener representación. Moussambani es designado como representante unos meses antes de la competición y empieza a entrenar en una piscina de 20 metros de largo ubicada en un hotel de la capital, ya que no tiene acceso a piscinas reglamentarias de 50 metros, debido a la carencia de infraestructuras de su país. Tras una entrevista posterior a la carrera, reconoce que realmente a punto estuvo de ahogarse en los últimos metros, acostumbrado como estaba a nadar en una piscina de menos de la mitad de longitud. La piscina olímpica le pareció tan gigantesca que pensaba que no tenía que hacer el trayecto de ida y vuelta.

Vuelvo a preguntar, ¿consideramos un fracasado a una persona capaz de nadar en poco menos de dos minutos los 100 metros libres, teniendo en cuenta que tan solo ha tenido unos pocos meses de preparación y que no se trata de un nadador profesional? … Dudas.

Continúo con la historia. Tras saltar a la fama y participar en varios programas de televisión, algunos solo para burlarse de él (en la televisión alemana lo pusieron a competir con una anciana de 85 años), Eric se prepara para competir en las olimpiadas de 2004 de Atenas. Consigue rebajar su marca personal por debajo del minuto (casi la mitad de su marca en Sidney) y consigue una marca suficiente para ganarse una plaza por meritos propios. Finalmente no participará en estos juegos por un problema con su pasaporte.

Vuelvo a preguntar, ¿consideramos a Eric como un fracasado, lo consideramos un perdedor por qué no ha conseguido ningún triunfo? … Silencio. Veo caras de respeto, admiración y simpatía hacia Eric.

Segunda parte superada: "El exito o el fracaso no depende de las circunstancias, sino de nuestra actitud ante ellas".

Enlace al video de la famosa carrera de Eric: http://youtu.be/3zjCc_VyxM4

lunes, 13 de febrero de 2012

"FRACASADOS !!"... Y SE MONTA EL POLLO

A veces en clase utilizo la provocación para generar debate con los alumnos. Utilizo duros argumentos en su contra para provocar su reacción ante ataques que, por otra parte, proliferan cada vez más en los medios de comunicación. Etiquetas como “generación ni-ni” o “generación perdida” se aplican a los jóvenes como si nada, quizás pensando que, a los que ya no somos jóvenes no nos afecta. ¿Creemos que podemos permitirnos prescindir de las aportaciones de una generación completa y que no tendremos que pagar los platos rotos?.

Llamo a mis alumnos fracasados (estadísticamente lo son) e inmediatamente se revuelven y atacan sintiéndose ofendidos. Cuando se habla que en España existe un 30 % de fracaso escolar, se refieren a mis alumnos (fracasados!!), cuando se habla que en España más del 50 % de los jóvenes que quieren trabajar no pueden hacerlo se refieren a ellos (inútiles!!), cuando las encuestas dicen que más de la mitad de los jóvenes españoles de entre 18 y 34 años no tiene ningún proyecto por el que sentirse ilusionados o interesados se refieren a ellos (apaticos!!). Detrás de las estadísticas y de los números están ellos, personitas con corazón que saltan cuando el insulto se convierte en ofensa personal al pasar de la estadística a referirse personalmente a ellos, con nombres y apellidos.

¿Se puede ser un fracasado con 17 años?, ¿Se puede uno sentir fracasado con esa edad?. Mis alumnos no lo creen, y se revuelven rabiosos cuando los provoco. Yo tampoco lo creo, pero quiero verlos reaccionar ante una sociedad que los excluye, los etiqueta y los encasilla ante su aparente indiferencia. Nos metemos tanto en el papel que la ofensa les dura semanas. Finalmente la sangre no llega al rio. Entienden mis motivos, mi provocación.

Fracasado, según el diccionario persona que ha perdido la credibilidad, el buen nombre o la estima a causa de uno o de varios fracasos. Fracaso: resultado adverso en una actividad. Debatimos esta definición durante varios días… No la compartimos, no nos gusta… Solución: inventamos una que nos gusta más. Fracasado: dícese de la persona que desiste en su intento de conseguir algo, que abandona sin haberse dejado la piel en el empeño.

Ya no son fracasados. Están en el camino, lo están intentando. Están estudiando, están aprendiendo, están trabajando: ya no son ni-nis. Como dijo alguien sólo se alcanza la categoria de vencido después de haber luchado, nunca antes, nunca durante. Nos colocamos al margen de las estadísticas, no nos afectan. Nos reencontramos, estamos de acuerdo.

Para provocarles utilizo algunas gráficas, estadísticas y algunos artículos periodísticos. Entre ellos uno de Nuria Chinchilla publicado en La Vanguardia en septiembre de 2009, “creando nuevos inútiles laborales” (os dejo el enlace y también la actividad que utilizo).

Artículo de Nuria: http://blog.iese.edu/nuriachinchilla/files/2009/0903/Creando_nuevos_inutiles_laborales_LV_8_8_09.pdf

Enlace a la actividad:
https://docs.google.com/open?id=0B6LBF-ZHigFyMWVhNzhkOWEtZjg2Mi00NGU3LWFlYWUtNDUyNDBlYTYyZDM0

jueves, 9 de febrero de 2012

ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA PARA DESMANTELAR EXCUSAS

A la hora de comentar con mis alumnos los motivos por los cuales no consiguieron superar la escolarización obligatoria, aparecen un rosario de argumentos destinados a justificar su evidente falta de dedicación e implicación. Las excusas son variadas e incluso a veces suelen ser hasta originales. La mayoría tiende a minimizar su parte de responsabilidad en ello y culpabiliza a factores externos de su fracaso: los profesores, las malas compañías, que cuando te encasillan como mal alumno es una cruz que siempre te acompaña, el desinterés de los padres y un enorme cajón de sastre que bajo el nombre de “problemas” encierra toda una serie de crisis existenciales, que los adultos no podemos comprender (porque siempre hemos sido adultos) que provocan como resultado el, más que fracaso, abandono escolar.

Suelo utilizar con mis alumnos la frase: el libro de las excusas es el más gordo de la biblioteca, para referirme a esta situación. La mayoría de estas excusas no tienen una excesiva fundamentación, pero sirven para evitar el sentimiento de culpa y mantener a flote la autoestima del alumno. Aunque se trata de un mecanismo psicológico básico, casi como una estrategia de autodefensa, el aferrarse a este tipo de razonamientos supone un escollo importante a la hora de retomar el proceso formativo. Asumir responsabilidades, reconocer errores, es el primer paso para empezar a cambiarlos.

Se trata de cambiar muchos “no puedo” por algún “no quiero”. Es un primer paso básico para que el alumno empiece a tomar las riendas de sus decisiones. No lo conseguí porque no puse suficiente empeño, porque no me esforcé lo necesario, porque entonces me preocupaban más otras cosas, o sencillamente, porque no me dio la gana. Solo partiendo de esta base podremos plantearnos intentarlo de nuevo con una perspectiva de éxito. Como ese rio en el que es imposible bañarnos dos veces, porque el rio es distinto y porque yo también lo soy. Este debe ser el enfoque con el que enfrentar una segunda oportunidad: Yo soy el responsable de mis actos y seré capaz de conseguir lo que me proponga, me costará más o menos, tardaré más o menos, pero llegar depende de mí.

A la hora de explicitar estas excusas no es lo mismo pedirles a los alumnos que las digan de viva voz que pedirles que las escriban en un papel. El hecho de escribirlas hace necesario que las piensen y ya en este paso, algunas quedaran por el camino. En el fondo estas excusas son como castillos de cartas, fáciles de derrumbar porque solo se mantienen en pie por la fe ciega que el alumno quiere depositar en ellas. No hay argumentos que cimenten estos razonamientos.

Uno de los argumentos, de las armas, que suelo utilizar para modificar “no puedos” es el testimonio de Adriana Macias. Su testimonio me sirve para relativizar el peso de las excusas de mis alumnos. Difícilmente se mantendrán en pie sus argumentos tras escuchar y conocer la historia de Adriana. Porque en la vida todo es relativo, todo depende del punto de vista y de con qué se compare. Después de conocer a Adriana los “no puedo” quedan esparcidos por los pupitres como cartas arrasadas por el viento.


miércoles, 8 de febrero de 2012

LAS GAFAS VERDES DE LA ACTITUD POSITIVA

A la hora de enfrentar programas de segunda oportunidad uno de los aspectos clave a trabajar con los alumnos es la actitud. Los resultados que se obtengan estarán condicionados por la predisposición con la que el alumno afronta su formación. Sus expectativas de éxito o fracaso, su juicio sobre la utilidad de lo aprendido, su esperanza de ver su esfuerzo recompensado, su confianza en sus propias posibilidades,… confeccionaran el cristal a través del cual el alumno observará el proceso formativo. Y, como ocurre tantas veces, la vida suele ser del color del cristal con que se mira.

En la historia del mago de Oz, a la que habitualmente suelo recurrir, cuando Dorothy y sus compañeros llegan a las puertas de la ciudad Esmeralda, el vigilante les cierra el paso diciéndoles que si quieren acceder a la ciudad deben colocarse unas gafas con cristales verdes. Sin estos cristales la brillantez y la gloria de la ciudad podría cegarlos. Al igual que ocurre en la historia del mago de Oz, nuestros alumnos deberán equiparse con las gafas adecuadas, con la actitud adecuada, con la predisposición adecuada, para aprovechar esta nueva oportunidad.

Porque las cosas no serán como nosotros (maestros) pensemos, deseemos o digamos, las cosas sucederán como ellos (alumnos) las perciban, las vivan y las sientan. Y esto en gran medida dependerá de cuál sea su actitud, de cuáles sean sus expectativas al inicio del curso.

Recuerdo una historia que sirve de ejemplo para acompañar esta reflexión…

Existió una vez, en un pequeño y lejano pueblo, una vieja mansión abandonada. Un buen día, un pequeño perro vagabundo, buscando refugio, logró introducirse por un agujero de aquella casa.

El perro ascendió por una señorial escalera. Cuando llegó al último peldaño halló una puerta semiabierta. Se adentró en aquel nuevo y misterioso cuarto que aparecía ante él.

Con gran sorpresa descubrió que dentro de aquella estancia había una multitud de perros observándole tan fijamente como él los observaba a ellos. El perro comenzó a mover la cola y a realizar las zalamerías que un niño le enseñara hace mucho tiempo... Los cien perros hicieron lo mismo. Luego les ladró alegremente. Y se quedó sorprendido al ver que los cien perros también ladraban alegremente con él.

Cuando el perro abandonó aquella extraña habitación, musitó en el lenguaje de los perros: "Qué suerte he tenido al hallar un lugar tan hermoso. Regresaré con frecuencia"

Tiempo después, otro perro callejero entró también en aquella mansión abandonada. Y subió a la misma extraña y enigmática habitación. Pero cuando vio a un centenar de perros mirándole con sus mismos ojos, se sintió amenazado. Rabioso, comenzó a emitir un gruñido sordo... y sintió como un centenar de perros como él, le gruñían al unísono. Asustado, les ladró como nunca había ladrado a nadie... y los otros perros de la habitación abrieron sus fauces, ladrándole con fuerza inusitada.

Cuando el segundo perro salió por fin de aquella extraña estancia, murmuró entre dientes: "Qué casa tan espantosa... Nunca más volveré a entrar en ella.

Como en el cuento, la vida muchas veces nos responde de la misma forma en la que nosotros actuamos. Como dijo Henry Ford, si creemos que podemos, podremos, pero si pensamos que no seremos capaces, también acertaremos.

Hay que infundir confianza en nuestros alumnos, despertar una actitud positiva en ellos, hacerles ver la luz de esperanza que brilla al final del túnel, que miren con ojos ilusionados al futuro, porque el futuro, como un espejo, les devolverá su reflejo. Como dice el refrán se recoge lo que se siembra, y aunque a veces la vida nos demuestra que esto no es del todo cierto, no podemos dejar de creer en ello, porque si no habríamos perdido el norte.

martes, 7 de febrero de 2012

CUANDO LAS BARBAS DE TU VECINO VEAS PELAR...

Una de las formas más rápidas y eficaces de aprender es a través de la experiencia, viviendo las situaciones en primera persona. Es la filosofía de “aprender haciendo” que tan buenos resultados suele dar: lanzarse al ruedo, arriesgarse, equivocarse, caerse y levantarse para volverlo a intentar. Sin embargo, este tipo de aprendizajes no siempre son posibles, suelen necesitar mucho tiempo e incluso a veces no son recomendables.
Uno de los sustitutivos mejores que existe es poder aprender sobre la experiencia de otros que ya pasaron por una situación parecida a la nuestra. Aprender de sus aciertos y también de sus errores. Reconocer en los demás comportamientos propios y “escarmentar” de su experiencia en vez de sufrirla en carne propia suele tener ventajas evidentes.
Para trabajar estos temas en clase suelo utilizar el método de casos, en el que los alumnos analizan una historia (generalmente inventada pero basada en hechos reales) de otras personas que se enfrentan a situaciones similares a las que ellos atraviesan. Generalmente son historias sobre jóvenes con poca formación que acceden con mejor o peor suerte al mercado laboral. Se trata de analizar los aciertos y los errores de estos ejemplos y tratar de aprender de ellos.
Otra de las opciones validas puede ser analizar casos que nos muestran en programas de televisión tipo callejeros o hermano mayor. En concreto para el propósito de mis clases he utilizado alguna vez para trabajar en clase el programa de Cuatro “ajuste de cuentas”. Este programa trabaja con familias que se encuentran en dificultades económicas y en las que suelen coincidir varios de sus miembros en situación de desempleo. Es interesante analizar las circunstancias por las que se han visto abocados a esta situación, para reflexionar, para aprender de sus errores y no cometerlos, así como reflexionar sobre la utilidad de los consejos que se ofrecen para aliviar su situación.
Me parece interesante analizar en estos videos la dinámica familiar que subyace a este tipo de situaciones, las normas de convivencia, la falta de comunicación entre los miembros, los egoísmos particulares, las excusas que se utilizan para no afrontar la realidad, la búsqueda de culpables, etc. Son situaciones que permiten reflexionar sobre comportamientos y actitudes fácilmente trasladables al perfil de mi alumnado. Además en la mayoría de programas la solución siempre implica un cambio de actitudes basada en ingredientes como esfuerzo, constancia, confianza, etc. Y es que no hay recetas mágicas!.
En concreto uno de los programas sobre el que trabajamos era el caso de la familia Simón Valbuena. Este programa corresponde a las primeras temporadas y ya no está disponible en la web de la cadena. Aún así os dejo un video resumen de la historia, un enlace a una web en el que se puede ver integro el programa y el documento de la actividad que trabajo con mis alumnos.

Enlace al avance sobre este programa en Cuatro:
http://www.cuatro.com/ajuste-de-cuentas/Avance-convivencia-Simon-Valbuena-estallar_3_1082921716.html
Web para ver este programa completo:
http://sericoomuereintentandolo.com/ajuste-de-cuentas-familia-simon-valbuena/
Enlace a la actividad sobre el programa:
https://docs.google.com/open?id=0B6LBF-ZHigFyYWQ0OTA0YzctZDY1OC00MDQxLTgxNDMtNzU3M2FiYTQwM2I4

lunes, 6 de febrero de 2012

EL ESFUERZO JUSTO Y NECESARIO

Dice la máxima que nada que merezca la pena se consigue sin esfuerzo. Yo añadiría que nada que se aprenda sin esfuerzo perdurará en el tiempo, ni nos será útil, más allá de superar con nota determinados exámenes.

El verdadero aprendizaje debe ser significativo, y para que un aprendizaje sea significativo debe cumplir uno de estos dos requisitos: O bien nos hemos esforzado mucho en conseguirlo, o bien es un aprendizaje emocionalmente intenso para nosotros. En ambos casos lo aprendido pasará a formar parte de nosotros modificándonos como personas, en el mejor de los casos haciéndonos avanzar, crecer.

Quiero reflexionar en esta entrada sobre el papel que jugamos los profesores, no como motivadores como dije en el otro post, sino como compañeros de viaje. La principal función que tiene que ejercer un maestro es la de enseñar, mostrar su materia. La función del maestro es la de diseñar diferentes situaciones de aprendizaje. Si, como he comentado anteriormente, para que se produzca un aprendizaje significativo es necesario que el alumno se esfuerce por aprender unos contenidos, el maestro deberá diseñar, plantear cada situación para que suponga un reto para el alumno. Y además, deberá comprobar que este reto este acorde con las potencialidades de cada alumno, es decir, que sea un reto superable (con esfuerzo, pero superable), para evitar situaciones de fracaso o de indefensión.

Recupero un clarificador ejemplo que escuché en una conferencia de Antoni Zabala sobre este asunto. Zabala explicaba como el maestro debe tomar como referencia al profesor de gimnasia. Durante su clase este plantea a los alumnos una prueba de salto de altura. Pero, el buen maestro no pide a todos los alumnos que superen el mismo obstáculo, la misma altura, sino que le señala a cada cual una altura adecuada a sus características físicas. Y además facilita un refuerzo adecuado para cada alumno, apoyando y alentando al que más lo necesita. No se puede plantear la misma prueba al alumno atlético que al más torpe. A cada uno hay que tratarlo de manera distinta, pero siempre planteando la situación para que les suponga un reto, un esfuerzo posible, ... posibilitando así la generación de verdadero aprendizaje significativo.

Recomiendo la lectura de una entrada en el blog de Miguel Ángel Santos Guerra (El Adarve) relacionada con el tema del esfuerzo como fuente de aprendizaje. Dejo el enlace al artículo “yo no puedo crecer por ti”, recomendando un paseo sosegado por este blog en el que hay multitud de artículos interesantes sobre el tema educativo.

sábado, 4 de febrero de 2012

UNO VIENE MOTIVADO DE CASA.

Abundan los manuales y artículos dedicados a tratar el tema de la motivación del alumnado. La mayoría de estos artículos muestran un amplio catalogo de consejos, de herramientas, de dinámicas que pretenden generar la motivación en el alumnado, despertar su interés hacia la materia objeto de estudio.Muchos de estos trabajos parten del supuesto del "burro y la zanahoria", donde parece corresponderle al maestro el papel de encontrar la zanahoria adecuada, a la vez que mantenerla suspendida a cierta distancia para que el alumno avance. Este planteamiento parte de la concepción que hay que premiar, "dar caramelos" a los alumnos para conseguir que aprendan y este planteamiento puede derivar en situaciones contraproducentes.

Muchos de estos análisis parten del supuesto de que es al maestro al que le corresponde el papel de motivar (“hacer que una persona muestre interés por una cosa”) y llegan a la conclusión de recomendar a los maestros que conviertan sus clases en divertidas funciones orientadas a conseguir interesar o entretener a sus alumnos. Se proponen dinámicas y juegos con el fin de suavizar las tediosas explicaciones y, dan por supuesto que los alumnos no son capaces de soportarlas, o no son merecedores de tan grave castigo.

No seré yo quien defienda las temibles disertaciones de las clases magistrales, tan a menudo sufridas por todos. Pero, como en tantas ocasiones, en el punto medio se encuentra la virtud. Me gusta definir al maestro como aquel que “muestra, que enseña” (sé que no es etimológicamente correcto) y al aprendiz como el que “coge, el que agarra, el que se apodera de” (esta definición si es más acertada, etimológicamente hablando). Por tanto corresponde al maestro mostrar su materia, sin disimularla, sin camuflarla, sin disfrazarla, aunque insistiendo y mostrando la utilidad de los conocimientos o las habilidades planteadas. Y corresponde al alumno la acción, el esfuerzo de “agarrar”, adaptar e incorporar esos conocimientos. No hay que caer en el “malcrio” de nuestros alumnos, no hay que evitarles, ni suavizarles el esfuerzo necesario para comprender y asimilar los contenidos, ya que les estaríamos impidiendo la posibilidad de realizar un verdadero aprendizaje.

Durante un tiempo les insistí (agobié! incluso) a mis alumnos con la frase “Uno viene motivado de casa!” como respuesta a su falta de interés y participación en las clases. Hay que tener en cuenta el perfil del alumnado con el que suelo trabajar: entre 16 y 20 años, sin haber completado la escolarización obligatoria y con escasas habilidades socio-laborales, así como la dramática situación del empleo juvenil en este momento. Mi reflexión fundada era “Si con la que está cayendo tengo que ser yo quien aporte los motivos para formarse y aprovechar el tiempo… mal vamos.”

El aprendizaje no se puede imponer, el verdadero aprendizaje es un proceso interno y personal que parte del esfuerzo del alumno por modificar sus conocimientos con el fin de incorporar lo recién aprendido. Por tanto si lo que pretendemos es conseguir modificar conductas y actitudes debemos olvidarnos de ofrecer zanahorias y debemos tender nuestra mano sincera para acompañar y alentar al alumno en su esfuerzo por avanzar y conseguir SUS objetivos. Los MOTIVOS para avanzar por el "camino de baldosas amarillas" cada uno tendrá los suyos, como el león, el hombre de hojalata o el espantapájaros. De todas formas con la que esta cayendo y, como decía la canción "nos sobran los motivos".

viernes, 3 de febrero de 2012

EL ALUMNO COMO NECESARIO MOTOR DEL CAMBIO

Si entendemos que uno de los principales objetivos de la formación es promover en el alumno cambios duraderos y estables en su forma de relacionarse con el mundo. Si entendemos que estos cambios han de contribuir a facilitar su desarrollo como persona activa y participativa, miembro de una sociedad. Si creemos que cada individuo es singular y tiene derecho a desarrollar su propio proyecto personal, de acuerdo con sus creencias y pensamientos. Si nuestra utopía es que la educación debe pretender facilitar que las personas sean felices.

Si entendemos que educar no es rellenar de contenido recipientes vacíos,  sin sentimientos ni identidad propia. Si creemos que la educación no consiste en la transmisión de esquemas de conducta socialmente aceptados con el fin de perpetuar el status quo. Si pensamos que la educación no se basa en la transmisión de conocimientos, sino en la adquisición de habilidades y en la generación de actitudes.

Entonces… necesitamos que el alumno tome el mando de su proceso formativo, se convierta en protagonista de su aprendizaje porque, como dice el cuento, “la vida es un proyecto de hágalo usted mismo”.

Erase una vez…un albañil ya entrado en años que estaba pensando en retirarse. Quedó con su jefe para comentarle su intención de abandonar el trabajo y poder dedicarle más tiempo a su familia y a sus aficiones. Extrañaría a los compañeros, su rutina de trabajo y por supuesto su cheque mensual, pero estaba convencido de que era el momento de iniciar una nueva etapa en su vida.

Al encargado le desagradó escuchar aquello ya que no era fácil encontrar buenos albañiles, conocedores del oficio y tan entregados como él. Aún así no podía más que aceptar su decisión. El jefe decidió pedirle que le construyera una última casa más. Se lo pidió como un favor personal y el albañil no pudo negarse.

El albañil inició su trabajo tal y como había acordado con su jefe, pero se veía que no estaba poniendo el corazón en su trabajo. Trabajaba con desgana, mas pensando en el día que terminará la casa que en la calidad de los acabados. Desgraciadamente era una desafortunada manera de terminar su carrera.

Cuando el albañil terminó esta ultima casa avisó al encargado que acudió a inspeccionar el trabajo. El jefe, si apenas fijarse en la casa, le dijo al albañil entregándole las llaves. “Toma, esta es tu casa. Es un regalo para ti como compensación a todos los años de trabajo y esfuerzo que hemos compartido.”

¡Qué tragedia!, ¡Qué pena!. Si hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho de manera diferente. Ahora tendría que vivir en la casa que construyó “no muy bien” que digamos.

Así como en esta historia muchas veces vamos por la vida de manera distraída, dejando pasar oportunidades, no esforzándonos lo suficiente en cosas importantes, conformándonos, buscando excusas que justifiquen nuestras limitaciones y sin dar lo mejor de nosotros. Entonces, con pena, comprobamos la situación que hemos creado y vemos que estamos viviendo en la casa que hemos construido.

Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente. En nuestra vida, como el albañil, cada día clavamos un clavo, levantamos una pared o colocamos un tejado. Hay que construir con sabiduría, porque esta es la única vida que podremos construir.

La vida es un “proyecto de hágalo usted mismo”. Nuestra vida ahora es resultado de nuestras elecciones y actitudes del pasado. Nuestra vida mañana será el resultado de nuestras elecciones y actitudes de hoy.

¡FELIZ REFLEXIÓN!

jueves, 2 de febrero de 2012

DAR EL PRIMER PASO.

Dar el primer paso, atreverse, tener confianza,... es fundamental a la hora de intentar alcanzar cualquier objetivo con unas mínimas posibilidades de éxito. Una de las frases que constantemente les repito a mis alumnos relacionada con la confianza es "tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto" (creo que la frase es de Henry Ford).

Al iniciar un proceso de formación es indispensable trabajar con el alumno aspectos relacionados con la motivación y la confianza que el alumno tiene en sí mismo. Es importante animar al "elefante encadenado" del cuento a tirar con fuerza, a tratar de arrancar la cadena a la que se encuentra sujeto. Además debemos conseguir que este esfuerzo sea un esfuerzo consciente y confiado, que el alumno genere una expectativa de éxito, que va a ser capaz de lograrlo. Es importante trabajar la motivación interna, ya que por mucho que nos empeñemos en reforzar conductas, en conceder premios, sin el aporte de la confianza y de la motivación intrínseca no conseguiremos cambios estables y duraderos. No se trata de memorizar contenidos y repetirlos, se trata de interiorizar habilidades y cambiar actitudes, y este es un cambio que no se puede imponer, solo alentar. El protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje es el alumno, nunca el maestro.

Para animar a mis alumnos a dar este paso, a implicarse y a creer en sus potencialidades les pongo este video. Todo largo camino, comienza siempre con un primer paso y este es el más importante de todos porque indica la dirección que vamos a seguir. Como dijo Confucio "El hombre que mueve montañas empieza apartando piedrecitas".

miércoles, 1 de febrero de 2012

NO PERDER EL TREN. APRENDER DE LOS ERRORES


Cuando hablamos de aprovechar las oportunidades solemos utilizar la metáfora de "subirse al tren", o de "no perder el tren". Es fácil darse cuenta, cuando ha pasado el tiempo, de las oportunidades que perdimos, o que no aprovechamos. Al recordarlas suelen venir a nuestra cabeza frases como "…si no hubiera actuado así", "…si hubiera aprovechado mejor el tiempo", "…si me hubiera esforzado más",... En todas ellas reconocemos nuestra parte de responsabilidad en algo que no hicimos como nos hubiera gustado y que pagamos las consecuencias de aquel error. Esta reflexión casi siempre viene acompañada por "...si volviera atrás...", "...si estuviera de nuevo allí..., haría las cosas de manera distinta".
Es fácil darse cuenta de errores cometidos en el pasado porque podemos comprobar las consecuencias de nuestras decisiones. Sin embargo y, como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, no solemos utilizar nuestros errores para aprender de ellos y evitar repetirlos en el futuro. Y esta lección es vital a la hora de afrontar con éxito programas formativos de segunda oportunidad. Tengo que hacer las cosas de manera diferente para obtener un resultado distinto. En definitiva, "tengo que reflexionar y aprender de mis errores".
Además, observo también que es más fácil criticar, e incluso aconsejar a los demás que aplicarse el cuento uno mismo. Porque muchas veces, sin querer darnos cuenta, estamos repitiendo una y otra vez los mismos, o muy parecidos, errores. Con mis alumnos pasa muy a menudo que muestran arrepentimiento y hasta cierta culpabilidad por no haber conseguido completar sus estudios obligatorios, pero al mismo tiempo continúan repitiendo esquemas de comportamiento que les llevan a continuar cosechando fracasos. Es más fácil encontrar una buena excusa que justifique tus resultados que asumir nuestra responsabilidad y esforzarnos por superar nuestras metas.
Es por ello que a la hora de comenzar con un grupo y plantear este tipo de reflexiones utilizo un cortometraje (bastante antiguo) que plantea estas ideas de manera muy evidente. El corto lleva por título "el columpio" y plantea los temas de la falta de decisión e iniciativa, de que no sabemos lo que pasará si no lo intentamos, de que de nada vale arrepentirse después, de que nada se pierde por intentarlo, etc. En fin, creo que es una buena manera de comenzar a andar con un grupo nuevo, haciéndoles reflexionar sobre la importancia de aprovechar desde el primer minuto la nueva oportunidad que tienen. La importancia, en definitiva, de aprender de sus errores.



Al igual que en la entrada anterior pasaba con el corcho del inspector, con este corto intente comentar con mis alumnos sobre Koque Malla y "Los Ronaldos", sobre Ariadna Gil y "Belle epoque", sobre Garci y su Oscar,... al final llegue a la conclusión de que me estoy haciendo mayor. Parezco el "abuelo Cebolleta" contando batallitas !!.

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