lunes, 30 de julio de 2012

¿CUÁLES SON TUS PIEDRAS GRANDES?

Recojo hoy una de las historias que conservo con más cariño de todas las que acumulo en mi mochila de caminante. El cuento es muy conocido y, al menos durante un tiempo, era muy utilizado en diferentes cursos de formación. Yo lo he escuchado en al menos tres ocasiones, incluso una de ellas con demostración práctica incluida.

El cuento de las piedras o del conferenciante de gestión del tiempo (son los títulos más comunes con los que se conoce esta historia) lo escuche hace muchos años mientras realizaba un curso de formación. La historia e, indudablemente también su contador, tuvieron una gran influencia en mí en ese momento. Aunque he de reconocer que recuerdo muy pocas cosas del contenido de aquel curso (diré en mi favor que han pasado bastantes años desde entonces), sin embargo recuerdo con claridad casi todas las historias y anécdotas que aquel profesor nos contó durante aquellos meses de curso. Los aprendizajes y reflexiones que nacían de estas historias anidaron en mí con tanta fuerza que desde entonces comencé a buscar y coleccionar cuentos, fábulas e historias, primero para mi disfrute personal, y más tarde las fui incorporando como parte importante de mi trabajo con los alumnos.

Es por ello que esta es una de mis historias favoritas, por ser la primera, por llegar en el momento oportuno, por abrirme el camino del aprendizaje a través de los cuentos, y… porque se camina mucho más relajado por la vida cuando uno sabe cuáles son sus piedras grandes.

Un experto conferenciante estaba impartiendo una charla cuando quiso sorprender a su auditorio realizando una demostración.

Saco de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja de piedras del tamaño de un puño y preguntó a los asistentes: ¿Cuántas piedras piensan que caben dentro de este frasco?

Después de que los participantes hubieran hecho sus conjeturas, empezó a llenar el frasco con las piedras hasta que no pudo poner ninguna más. Acabada esta tarea preguntó: ¿Creen que el frasco está lleno?

Todo el mundo lo miró y asintió con rapidez. El frasco estaba lleno de piedras hasta sus topes.

Entonces el conferenciante sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla y empezó a colocar la gravilla en el frasco. Las piedrecillas penetraron entre los espacios que dejaban las piedras grandes hasta llenar por completo el recipiente. El experto sonreía con ironía mientras observaba la sorpresa de los asistentes, y al acabar su tarea preguntó: ¿Les parece que está lleno ahora?

Esta vez los oyentes dudaron un momento antes de responder, aunque era evidente que el tarro estaba lleno y finalmente volvieron a asentir.

El conferenciante volvió a agacharse para buscar algo bajo la mesa y sacó un cubo repleto de arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena comenzó entonces a filtrarse en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava, demostrando lo equivocado de la respuesta anterior.

-¿Esta llenó ahora?- volvió a preguntar el conferenciante tras guardar el cubo de arena.

Los alumnos se quedaron ahora en silencio sin saber muy bien que contestar. Entonces el conferenciante nuevamente busco bajo la mesa para sacar esta vez una jarra de agua que empezó a verter sobre el frasco.

-Bien, parece que ahora sí que está lleno, ya no cabe nada más. Bueno – prosiguió el conferenciante- ¿qué hemos demostrado con este experimento?

Uno de los alumnos levantó la voz en aquel auditorio lleno de ejecutivos y hombres de negocios y dijo: Que no importa lo llena que este tu agenda, si lo intentas, es seguro que siempre puedes hacer un montón de cosas más.

Muchos de los asistentes aplaudieron la rápida respuesta de su compañero y reconocieron lo acertado de su respuesta. Sin duda, con una buena organización, todos podrían sacar mejor provecho de su tiempo. Esta era una buena conclusión para su curso de gestión de tiempo. Sin embargo…

-¡No! – concluyó el experto. Lo que esta lección nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después. Si colocamos nuestras piedras grandes primero, todo lo demás encontrará su lugar.

¿Cuáles son tus piedras grandes?

¡FELIZ REFLEXIÓN!

jueves, 26 de julio de 2012

EL DECALOGO DEL CAMINANTE

Estos días llevaba entre manos el último libro del exministro Manuel Pimentel “El decálogo del caminante”, al que llegue atraído por el título y las primeras páginas, y como no, por la admiración que me despierta su autor.

El libro es fiel reflejo de los tiempos, y nos sumerge en la historia de Stefan, un joven periodista cuyos proyectos, expectativas y sueños están empezando a marchitarse consecuencia de las dificultades propias de la crisis económica. Encadenado a un trabajo rutinario y aburrido, que se resiste a abandonar por el miedo a caer en el vacio de la inseguridad económica y personal, Stefan consume su tiempo atrapado en una vida que no le llena, pero que soporta. Finalmente son las circunstancias las que lo llevan al borde del precipicio y deciden por él. Stefan es despedido del trabajo y expulsado al desierto de la soledad, la incertidumbre y los miedos.

La falta de oportunidades, o mejor, la “percepción” de esa falta de oportunidades, alimenta nuestros miedos y nos mantiene atrincherados en nuestra zona de confort. Es increíble la capacidad de nuestra mente para formular miles de excusas dirigidas a mantenernos en la parálisis. Máxime en tiempos de crisis, ¿quién puede plantearse abandonar la seguridad de un empleo estable, para ir en pos de sus sueños?, ¿estamos locos o qué? Nuestro anhelo de seguridad, nuestro miedo visceral a los cambios, teje una red invisible que nos convierte en esclavos de nuestros miedos.

Stefan, el protagonista de la novela, recibe lo que Pilar Jericó denomina la llamada del trueno y se ve obligado a afrontar su particular travesía del desierto. Acuciado por sus miedos y, tentado de renunciar y buscar el refugio seguro del hogar materno, la coincidencia hace que Sara Elly se cruce en la vida de Stefan. Los maestros aparecen cuando el alumno está preparado. Sara Elly se convertirá en su acompañante, en la persona que le ayudará a buscar las respuestas en su interior, a mirar el mundo con otros ojos, a descubrir las oportunidades y los aprendizajes que se esconden detrás de cada contrariedad. Sara Elly se convierte en el coach que ayuda a Stefan (su coachee) a atreverse a explorar sus potencialidades (¿qué deseas? ¿cuáles son tus miedos? ¿qué puedes perder?).

Durante su primer encuentro Sara Elly le lanza a Stefan una pregunta transcendental ¿qué eres tú: zombi, turista o caminante?. La respuesta a esta pregunta obliga a definirse en función del sentido que queremos dar a nuestra vida, de cúal es nuestra esencia, de cuál nuestro sentido. La gran mayoría, le confiesa Sara Elly, carecen de un “para qué” claro, no tienen visión propia, son los zombis que pululan por la vida sin personalidad propia, movidos por las opiniones de la mayoría. Sara Elly le invita a convertirse en caminante, a coger las riendas de su vida y asumir la responsabilidad de sus decisiones.

Durante un tiempo Stefan recorre su propio camino enfrentándose a sus miedos, y comprueba, como no podía ser de otra manera, que el camino no es sencillo, y que son precisamente las dificultades con las que nos enfrentamos las que nos hacen crecer y avanzar.  La vida nos enfrenta a dificultades que tienen nuestro tamaño”, como dice un proverbio oriental.  Stefan recoge todos estos aprendizajes en una libreta a modo de decálogo, que van sintetizando sus diferentes  encuentros con Sara Elly, y que por supuesto, dan título al libro.

Me he sentido cómodo, y en muchos aspectos identificado, acompañando a Stefan en su camino, en sus reflexiones, en sus encuentros y desencuentros, en sus certezas y en sus dudas. Comparto plenamente su “filosofía del camino”, consejos que no reproduciré aquí obviamente, aunque algunas de estas ideas aparecen, de una u otra forma, en la barra lateral del blog donde colecciono  frases y pensamientos para el camino.

De todas formas los aprendizajes que encierra la novela no se pueden aprender tan sólo a través de la lectura, sino que, necesariamente, hay que descubrir y experimentar, hay que ensuciarse con el polvo del camino, para poder aprehenderlos en su totalidad.
¡FELIZ REFLEXIÓN!

lunes, 23 de julio de 2012

MAPAS PARA (DES)ORIENTARSE EN EL CAMINO

Uno de las ideas más interesantes que recojo del mundo del coaching, en el que últimamente me estoy sumergiendo, es la distinción que realiza entre los conceptos de mapa y territorio. No es nada nuevo, incluso en entradas anteriores ya había tratado este tema al hablar de la percepción, y de la particular interpretación que cada uno de nosotros realiza de la realidad que le rodea. Particularmente, desconocía que el coaching lo etiquetaba así, y me gusta esa terminología, me parece muy representativa, muy gráfica.
Según el coaching, el territorio mostraría la realidad objetiva, esa que defendía en mi artículo anterior que no existía, mientras que el mapa se referiría a la particular y subjetiva interpretación que cada uno de nosotros hace de esa realidad. Cada uno de nosotros realiza una lectura personal, una interpretación propia de la realidad que le rodea. El mapa es por tanto una construcción personal de la realidad que hacemos en función de nuestras expectativas, creencias, pensamientos, experiencias, etc. Como dice el refranero la vida es del color del cristal con que se mira.
Entender el concepto de mapa, y que cada uno de nosotros se mueve con uno distinto, me parece un aprendizaje tremendamente importante. Indudablemente, esta reflexión está en la base de valores como respeto y tolerancia, que son en los que deben basarse las relaciones interpersonales. Todas las opiniones, producto de nuestro mapa particular, son respetables e igualmente validas. Atendiendo a este supuesto, cualquier conversación que mantengamos nos acercará al enriquecimiento y nos alejará de la confrontación.
Intento reflexionar sobre esta idea y aplicarla a mi trabajo como docente. Más allá de la importancia de explicar y transmitir esta idea a los alumnos, me planteo hasta qué punto aplico esta reflexión en mi actividad profesional. Hasta qué punto, cuando mantengo una entrevista con alguno de mis alumnos, me acerco a él intentando comprender su mapa, o sencillamente lo único que pretendo es hacerle ver las “evidentes ventajas” de “mi” mapa sobre el suyo. ¡Qué fácil resulta perderse si no levantamos nunca los ojos de nuestro mapa! Quizás este sea uno más de los inmensos espacios inexplorados en los que merece la pena adentrarse en nuestro proceso de mejora continua. Una de las frases chulas que acompañan esta idea es aquella de “si tenemos dos orejas y sólo una boca, es porque escuchar es el doble de importante que hablar”.
Como no podía ser de otra forma, también tengo un cuento para esto. Este lo encontré hace poco, como una de esas casualidades que aparecen en el momento y en el lugar adecuados. La historia dice así…
Un hombre perdió su hacha; e inmediatamente sospechó del hijo de su vecino. Salió a la calle y observó la manera de caminar del muchacho – exactamente como un ladrón. Observó la expresión del joven y descubrió que era idéntica a la de un ladrón. Observo su forma de hablar  evidentemente igual a la de un ladrón. En fin, todos sus gestos y acciones lo delataban como el culpable del hurto. Aún así, el hombre no lo denunció por no molestar a su vecino.
Pero días más tarde, el hombre encontró su hacha perdida en un valle, dónde había estado cortando leña. Al regresar al pueblo, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos sus gestos y acciones le parecieron muy diferentes a los de un ladrón.
¡FELIZ REFLEXIÓN!

jueves, 19 de julio de 2012

EL TIEMPO DEL TALENTO

Recojo hoy en el blog la interesante entrevista que el periodista, conferenciante y coach Sergio Fernández concedió a la revista digital Uakix. De hecho este es uno de los videos que utilice en clase hace unas semanas para intentar modificar la visión tan catastrofista que tienen mis alumnos sobre su cercano futuro laboral. Es cierto, innegable, que la situación del mercado de trabajo es tremendamente complicada para los jóvenes que intentan acceder con poca formación y experiencia. Pero no es menos cierto que compadecerse, justificarse y excusarse, además de no servir para nada, es tremendamente peligroso (como ya comenté en el artículo la diferencia entre compadecerse y consolarse).
La crisis está ahí, estas son nuestras inevitables circunstancias, es el momento que nos ha tocado vivir, no está en nuestras manos cambiarlo. Pero lo que sí que podemos escoger es la forma, la actitud, con la que vamos a enfrentarnos a esta situación. Y esta elección se convertirá en una de las decisiones más importantes de nuestra vida: ¿elegimos llevar las riendas de nuestra vida o elegimos dejarnos llevar por la marea de pesimismo? ¿Elegimos el papel de protagonistas o de victimas?
En el video, Sergio Fernández realiza una descripción, que comparto plenamente, sobre el nuevo escenario laboral. El actual mercado laboral está inmerso en un proceso de intensa reestructuración, hasta tal punto, que estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo paradigma laboral. La sociedad del siglo XXI, la sociedad del conocimiento y de la información, demanda trabajadores con unas competencias distintas. La mayoría de los trabajos más demandados hoy ni siquiera existían hace diez años. El “vendedor de talento” cotiza al alza, el modelo de “vender horas”, por el contrario, está en sus horas más bajas.
Enfrentó a mis alumnos a la etiqueta que utiliza Sergio en la entrevista: “Regateadores del esfuerzo”. A un buen número de ellos los define bien. El miedo los atenaza y los arrincona en su zona de comodidad, se refugian bajo el manto familiar y amenazan con convertirse en eternos adolescentes. Vivir en la ignorancia, en la incompetencia inconsciente, es tan confortable como peligroso. Apostar por el corto plazo supone hipotecar el futuro. Es la metáfora del manzano que utiliza Sergio en el video, no se puede recoger lo que previamente no se ha sembrado.
“Si estás dispuesto a hacer lo que nadie hace obtendrás resultados que nadie obtiene”. La frase de Sergio es una apuesta por el talento y la originalidad. Todos somos únicos y originales, todos atesoramos un talento que nos define. Es el momento de sacarlo, de confiar e invertir en él, es el momento de los valientes, de los que se atreven a dar el paso adelante.

La tentación era mucha y no podía dejar pasar la oportunidad de ponerme en contacto con Sergio (guiado por su propio consejo de buscarse referentes y ponerse en contacto con ellos),  y contarle nuestra experiencia en clase al trabajar con el video y reflexionar sobre sus ideas. Su respuesta fue inmediata y aproveché la oportunidad para invitarlo a colaborar en el artículo. Desde aquí, nuevamente, mi agradecimiento a Sergio por su tiempo y sus respuestas.

ENTREVISTA CON SERGIO FERNÁNDEZ.
Lamariposayelelefante: ¿Qué opinas de la "manía" que parece que nos ha entrado últimamente, de etiquetar negativamente a los jóvenes como “ninis”, “generación perdida” o “generación cangrejo”?
Sergio Fernández: Creo que no somos lo suficientemente conscientes del poder que tienen nuestras palabras para crear una realidad diferente. Fue Goethe quien dijo: Lo mejor que puedes hacer por los demás no es enseñarles tus riquezas, sino hacerles ver la suya propia. Espero que pronto podamos hacer esto por nuestros jóvenes.
Lamariposayelelefante: ¿ Qué consejo les darías a todos esos jóvenes, que ante la actual situación económica, viven anclados en el miedo?
Sergio Fernández: Pues que empiecen a vivir desde el amor, que piensen en todo lo que pueden aportar al mundo con lo que quieren, saben y pueden hacer, que piensen que el mayor regalo de la vida es poder ofrecer algo a los demás y que para hacer esto no importa la situación de crisis o de bonanza. Eso es algo que cada uno puede hacer independientemente de la situación.
Lamariposayelelefante: Últimamente escuchamos muy a menudo en diferentes foros apostar por el autoempleo como medida para luchar contra la crisis. ¿Qué beneficios y qué riesgos destacarías de esta opción laboral?
Sergio Fernández: Efectivamente, yo creo que en el futuro todos seremos emprendedores. Seguiremos trabajando en organizaciones y empresas pero seremos responsables de nuestra vida profesional. Nunca más la dejaremos en manos de terceros y la ventaja que trae esto es evidente: empezaremos a vivir desde la responsabilidad. El peligro: la sobrecarga laboral, los problemas de conciliación, etc...
Lamariposayelelefante: ¿En qué consiste ese modelo del talento que propones?
Sergio Fernández: Mírate dentro, encuentra qué te gusta hacer y encuentra la forma de ponerlo al servicio de los demás. Esto es el pasaporte directo a la felicidad.
Lamariposayelelefante: Hay una frase que utilizamos bastante en clase, de hecho es uno de los cuadros que tenemos colgado en nuestro centro. La frase dice "el éxito o el fracaso no depende de las circunstancias sino de nuestra actitud ante ellas", ¿estás de acuerdo con esta afirmación?
Sergio Fernández: ABSOLUTAMENTE. No es cuestión de estar de acuerdo o no es que eso es así, es como que el sol sale por el este. No admite discusión.
¡FELIZ REFLEXIÓN!

lunes, 16 de julio de 2012

PRESERVAR LA AUTOESTIMA A SALVO DE LAS CIRCUNSTANCIAS.

Acompañó hoy una historia para reflexionar sobre la importancia de mantener la vista puesta en el horizonte a pesar de las circunstancias, como los buenos marinos, con la esperanza puesta en que siempre tras la tempestad aparece la calma. No podemos dejar que los malos momentos, por difíciles y duraderos que sean, nos ofusquen, nos acorralen hasta el extremo de agotar nuestras reservas de esperanza, o lo que es más doloroso, acaben minando nuestra autoestima.
La reflexión de hoy es una historia para no perder la perspectiva…

Paula, con el rostro abatido de pena, se reúne con su amiga Sara en un bar para tomarse unas cervezas. Deprimida le descarga a Sara todas sus angustias… Que si el trabajo, que si el dinero, que si el novio, las amigas… todo parecía estar mal en su vida.
Entonces Sara cogió un billete de 100 € (acababa de cobrar) y le dijo:
-Paula, ¿Quieres este billete?
Paula un poco confundida le contestó:
-¡Pero, cómo no lo voy a querer, ¿estás tonta o qué?, ¡todo el mundo lo querría!
Entonces Sara cogió el billete y lo arrugó hasta hacerlo una bola, le enseñó a Paula la pelota y le volvió a preguntar:
-¿Y ahora lo quieres?
-Mira Sara, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 €, ¡Claro que los quiero si me los das!
A continuación Sara aplanó el billete arrugado, lo tiró al suelo y lo arrastró con el pie, volviéndolo a coger todo sucio, arrugado y pisoteado.
¿Aún lo quieres?
Mira Sara, no sé lo que pretendes, pero eso es un billete de 100 € y hasta que no lo rompas conservará su valor.
-Así es, entonces tienes que saber que aunque a veces algo no salga como tú quieras, aunque la vida te arrugue o te pisotee, tú sigues siendo tan valiosa como lo has sido siempre, lo que te tienes que preguntar es cuánto vales en realidad y no cómo estás de destrozada en un momento determinado.
Paula se la quedó mirando sin saber que decirle, mientras se daba cuenta de cuanta razón tenían aquellas palabras.
Sara puso el billete arrugado a un lado de la mesa y con una sonrisa cómplice añadió:
-Toma, quédatelo para que recuerdes esto cuando te sientas mal… pero me debes un billete nuevo de 100 €, para poder utilizarlo con el próximo amigo que lo necesite.

* Este texto forma parte de una dinámica que encontré en la Guía SARA para la dinamización de espacios de desarrollo personal y profesional para mujeres inmigrantes, publicada por Cruz Roja.
¡FELIZ REFLEXIÓN!

viernes, 13 de julio de 2012

UN BRINDIS POR LA INNOVACIÓN

Cuando aún no hemos acabado de digerir el reciente triunfo de la selección española de fútbol en la Eurocopa, ya tenemos a la vuelta de la esquina el arranque de los Juegos Olímpicos de Londres. En alguna de mis primeras entradas ya comenté como el deporte en general, y las citas olímpicas especialmente, son una fuente inagotable de ejemplos de superación, de esfuerzo, de constancia, de coraje… valores tan despreciados durante años, y que ahora con las crisis, nos afanamos en recuperar a marchas forzadas. Aunque nos costará pagar un precio muy elevado por ello, esta crisis también nos dejará unos cuantos aprendizajes esenciales en la mochila.
Decía Sergio Fernández en su brillante entrevista publicada en la revista Uakix, y que en breve reflejaré en el blog, que… “si estás dispuesto a hacer lo que nadie hace obtendrás resultados que nadie obtiene”. ¡¡Me encanta!! Comparto plenamente la decidida apuesta de Sergio por la imaginación y el talento, por la originalidad y por la innovación, como fórmula para afrontar los retos. La historia olímpica que recuerdo hoy es un buen ejemplo de ello.
Dick Fosbury se dio a conocer durante la celebración de los JJOO de México en 1968. Dick participaba en la competición de salto de altura, y se convirtió en la sensación de aquellos juegos al utilizar una técnica de salto nunca antes vista. Hasta ese momento, todos los saltadores utilizaban, bien la técnica de rodillo ventral, bien la técnica de tijera, para saltar por encima del listón. Fosbury dejó a todos los espectadores anonadados al realizar su salto de espaldas, tras una carrera transversal hacía el listón. Fosbury realizó sus saltos entre las risas y los comentarios jocosos de los espectadores, que tildaban de loco excéntrico a aquel desgarbado chico rubio que iniciaba su carrera desde un lateral, en vez de atacar de frente el listón como el resto de competidores. Finalmente, su triunfo, transformó las risas en aplausos de reconocimiento y admiración. Fosbury se alzó con la medalla de oro en aquella cita, y tan sólo unos pocos centímetros le separaron de batir el record mundial.
Con el tiempo todos los saltadores fueron adaptándose a esta técnica, que es la que conocemos en la actualidad, y que con el tiempo se bautizó como “Fosbury Flop”. Sin embargo, el propio atleta reconoció en varias entrevistas, el largo camino que tuvo que soportar haciendo oídos sordos a todo tipo de comentarios y críticas sobre su forma de saltar, ya en las competiciones universitarias en las que participaba. Su puesto más alto en el cajón de los ganadores, fue el premio a su talento, pero también a su constancia.
Fosbury nunca sobresalió por ser un gran atleta, y su éxito se debió más a su peculiar técnica, que a sus dotes físicas. De hecho abandonó la práctica deportiva tras estas Olimpiadas, aunque tan sólo tenía 21 años. La mayoría de saltadores fueron adoptando su estilo de salto y superando con facilidad a su creador, que se retiró de la práctica profesional, eso sí, habiendo revolucionado por completo esta práctica olímpica.
Dick Fosbury fue un atleta con una única participación en los Juegos. Un atleta con una medalla, que se quedó a las puertas de batir un record del mundo, pero su intensa huella cambió para siempre la manera de entender este deporte. Alguien que se atrevió a hacer las cosas de manera distinta, alguien que se atrevió a pensar diferente, a innovar para llegar a saltar más alto que nadie. Un breve pero intenso paso por el mundo del deporte en el que su gesta merece ser recordada, más que por su triunfo por su forma de lograrlo. Porque, como en tantas cosas, más importante que las metas conseguidas, es la forma de conseguirlas. Como dice el credo olímpico “lo más importante de los Juegos no es ganar sino competir, así como lo más importante en la vida no es el triunfo sino la lucha. Lo esencial no es haber vencido sino haber luchado bien.” En la misma línea ya publiqué hace unos meses una entrada sobre la carrera de Derek Redmond en Barcelona: Cruzar la meta, importa más el cómo que el cuándo.
El salto de Fosbury, continuará recordándose como el salto de la valentía, del atrevimiento, del ingenio y la determinación. Saltos como este son los que nos hacen avanzar cada día, nos impulsan a progresar y nos animan a avanzar por senderos desconocidos sin temor al fracaso. Porque sólo se fracasa cuando se desiste en el empeño.
Justamente mientras le doy forma a este artículo veo que los medios se hacen eco de la original historia de Raúl Calabria, un periodista en paro que ha decidido poner en circulación su curriculum en forma de tetrabrick de leche. Una manera fantástica de demostrar talento y originalidad, de destacar haciendo "lo que nadie hace". ¡¡Bravo por tí Raúl!!
¡FELIZ REFLEXIÓN!

martes, 10 de julio de 2012

ESCARMENTAR EN CARNE AJENA.



Como ya decía en una de mis primeras entradas (cuando las barbas de tu vecino veas pelar…), una de las formas más inteligentes y eficientes de aprender es hacerlo a través de las experiencias de otros, sobre todo si se trata de aprendizajes dolorosos. Escarmentar en carne ajena, aprender de los errores de los demás, nos evita sufrimientos innecesarios.

Es por esto que, de vez en cuando, solemos trabajar en clase utilizando el método de casos. Esta metodología nos permite acercarnos a la realidad, nos da la oportunidad de empatizar con el/la protagonista de la historia, de conocer sus motivos y expectativas, y de comprobar las consecuencias de sus actos, pero parapetados tras la barrera protectora que otorga la distancia. Finalmente podemos plantear qué diferentes opciones tendríamos, puestos en esa situación, y anticipar cuáles hubieran sido las consecuencias más probables en caso de decidirnos por una u otra opción. En definitiva, se trata de aplicar las técnicas de resolución de problemas a una situación concreta.

Cuando trabajamos este tipo de actividades podemos recurrir tanto a casos reales como a situaciones ficticias. Ambos tipos presentan ventajas interesantes. El trabajar sobre un caso inventado tiene la ventaja de que es más fácil conseguir o adaptar la situación a los objetivos que buscamos. Existen materiales publicados donde podemos elegir entre una multitud de casos, aquellos más relacionados con nuestra finalidad. En este sentido recomendaría los publicados por el profesor Manuel Segura Morales en sus libros “Ser persona y relacionarse” (enlazo el material de este libro que aparece en la web de la Junta de Andalucía), más orientado a Primaria o primer ciclo de ESO, y también su “Jóvenes y adultos con problemas de conducta” (ficha de La Casa del Libro), que utiliza la misma metodología de actuación pero dirigida a alumnos más mayores.

Sin embargo, aunque sea más laborioso, ya que hay que buscar el caso que nos interesa y luego darle forma, el utilizar casos reales confiere a la actividad un toque de autenticidad y de cercanía que facilita la asimilación del aprendizaje. Como fuentes de casos reales podemos utilizar algunos programas de televisión tipo reality (Hermano Mayor o Ajuste de cuentas, los dos de Cuatro), o podemos recoger alguna noticia aparecida en prensa o informativos sobre el tema que nos interese (publiqué hace un tiempo en el blog el caso de Michael Carroll), o también podemos redactar nosotros el caso reflejando las experiencias de, por ejemplo antiguos alumnos que tuvimos y aprender de su experiencia, utilizándola como ejemplo a seguir, o también como advertencia. En este último apartado puede ser muy beneficioso que sea el propio alumno el que acuda a clase a contar su experiencia en primera persona.

El utilizar casos reales, además, tiene la ventaja de despertar rápidamente el interés de los alumnos, que sobre todo en determinadas edades, siempre están dispuestos a sacar su vena cotilla y crítica. A partir de aquí, nuestra labor como maestros, nos obliga a reconducir esa crítica, a veces despiadada, hacía la empatía y la autocrítica. ¿Cómo hubieras actuado tú en esas mismas circunstancias?

Otro de estos “casos reales” que suelo utilizar en clase es el de Kimberley Vlaeminck. Seguramente su nombre no nos suene mucho, pero hace unos años apareció en todos los diarios y televisiones. Kimberley saltó a la “fama”, cuando al cumplir los 18 años su padre la acompañó para que se tatuara tres pequeños puntos en la cara al lado del ojo izquierdo. Cuál sería la sorpresa del padre cuando, al ir a recogerla, descubrió que se había tatuado más de 50 estrellas en toda la cara. Sin embargo, lo más sorprendente fue la contestación de la chica, que acusó al tatuador de haberla dormido y haber aprovechado el momento para actuar por su cuenta realizándole, contra su voluntad, semejante desaguisado.

En fin, seleccione esta historia por lo sorprendente y morboso del caso, pero sobre todo por la posibilidad de trabajar con mis alumnos el resultado que se obtiene al negarse a afrontar las consecuencias de nuestros actos y nuestras decisiones, de cómo la mentira se convierte en un bucle maldito del que es difícil salir, y como, al final, el intentar evadir la responsabilidad comporta graves consecuencias.

Acompaño el enlace a la actividad sobre Kimberley Vlaeminck que utilizamos en clase, con algunos artículos de prensa que describen el desarrollo de esta increíble historia, y también el guión de preguntas sobre el que centramos el debate.

¡FELIZ REFLEXIÓN!

viernes, 6 de julio de 2012

LA CARRERA DE LA SUPERACIÓN PERSONAL.

Las fábulas y los cuentos clásicos son una fuente inagotable de ideas, pensamientos y reflexiones, incluso en algunos casos, las enseñanzas y moralejas que podemos extraer de su lectura se convierten en luces que orientan nuestros pasos y nos guían en el camino.
Posiblemente una de las fábulas más populares y conocidas sea la fábula de la liebre y la tortuga. ¿Quién no recuerda la apasionante carrera entre la fanfarrona liebre y la tenaz tortuga?, sin embargo, pocos conocen el verdadero y sorprendente final de la historia…

Esta nueva versión multiplica las posibilidades de aprendizaje de la historia, en la que, en parte, todos somos un poco liebres y un poco tortugas, pero en el fondo, buena gente!.
¿Recuerdas la fábula?
Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre quién era más rápida. Para dirimir el argumento, decidieron organizar una carrera. Eligieron una ruta y comenzaron la competición. La liebre arrancó a toda velocidad y corrió enérgicamente durante algún tiempo. Luego, al ver que llevaba mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descansar un rato, recuperar fuerzas y luego continuar su marcha. Pero pronto se durmió. La tortuga, que andaba con paso lento, la alcanzó, la superó y cruzó la meta en primer lugar, declarándose vencedora indiscutible.
Moraleja: Los lentos y estables ganan la carrera.
Pero la historia no termina aquí: la liebre, decepcionada tras haber perdido, hizo un examen de conciencia y reconoció sus errores. Descubrió que había perdido la carrera por ser presumida y confiada. Si no hubiera dado tantas cosas por supuestas, nunca la hubiesen vencido. Entonces, desafió a la tortuga a una nueva carrera. Esta vez, la liebre corrió de principio a fin, dosificando sus fuerzas y su triunfo fue evidente.
Moraleja: Los rápidos y tenaces vencen a los lentos y estables.
Pero la historia tampoco termina aquí: Tras ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión de que no había forma de ganarle a la liebre en velocidad. Tal y como estaba planteada la carrera, ella siempre perdería. Por eso, desafió nuevamente a la liebre, pero propuso correr sobre una ruta ligeramente diferente. La liebre aceptó y corrió a toda velocidad, hasta que se encontró en su camino con un ancho río. Mientras la liebre, que no sabía nadar, se preguntaba "¿qué hago ahora?", la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó a su paso y terminó en primer lugar.
Moraleja: Quienes identifican su ventaja competitiva (saber nadar) y cambian el entorno para aprovecharla, llegan primeros.
Pero la historia tampoco termina aquí: el tiempo pasó, y tanto compartieron la liebre y la tortuga, que terminaron haciéndose buenas amigas. Ambas reconocieron que eran buenas competidoras y decidieron repetir la última carrera, pero esta vez corriendo en equipo. En la primera parte, la liebre cargó a la tortuga hasta llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río con la liebre sobre su caparazón y, sobre la orilla de enfrente, la liebre cargó nuevamente a la tortuga hasta la meta. Como alcanzaron la línea de llegada en un tiempo récord, sintieron una mayor satisfacción que aquella que habían experimentado en sus logros individuales.
Moraleja: Es bueno ser individualmente brillante y tener fuertes capacidades personales. Pero, a menos que seamos capaces de trabajar con otras personas y potenciar recíprocamente las habilidades de cada uno, no seremos completamente efectivos. Siempre existirán situaciones para las cuales no estamos preparados y que otras personas pueden enfrentar mejor.
La liebre y la tortuga también aprendieron otra lección vital: cuando dejamos de competir contra un rival y comenzamos a competir contra una situación, complementamos capacidades, compensamos defectos, potenciamos nuestros recursos... y ¡obtenemos mejores resultados!
* El texto de la fábula de la liebre y la tortuga (versión actualizada) lo encontré aquí.
¡ FELIZ REFLEXIÓN!

miércoles, 4 de julio de 2012

DÍAS DE CENIZA Y ORO.

La creu de Matamon tras el incendio.
 Fotografía de David Z.
Estos días el fuego avanza descontrolado por las montañas valencianas. Es domingo, y desde mi ventana se observa con claridad como tres grandes lenguas de fuego calcinan los montes cercanos. Son los paisajes de mi infancia, los senderos tantas veces recorridos, que ya sólo quedarán en la memoria. Mientras miró el desolador horizonte, los canticos, los pitos y los cohetes suenan de fondo como una sintonía macabra, como si el eco de los gritos de alegría desbordada  jaleasen y animasen el ímpetu de las llamas. La selección española de fútbol acaba de proclamarse campeona de Europa. A veces la vida nos ofrece este tipo de situaciones cargadas de emociones contrapuestas. La alegría de la victoria se empaña con la tristeza de la cercana tragedia.

Esa misma tarde, mientras regresaba a casa, precisamente para ver el partido, coincido con varios vecinos sacando sus sillas a la calle, creo que, al menos hoy, más buscando conversación que el fresco del atardecer. Esta semana un calor insoportable se había adueñado de las calles,convirtiendose en antesala del trágico final. El fin de semana se fue teñiendo de ocre y gris, mientras una lluvia persistente de ceniza se encargaba de cubrir las calles. Un intenso olor a quemado removía el estomago y las consciencias,  haciendo inevitable levantar la vista para mirar el rojizo resplandor del horizonte. Esta noche, la noche de la victoria de “la roja”, la famosa luna de Valencia, aparentemente solidaria con los colores nacionales, reflejaba el tono anaranjado de las llamas.

Escucho en varias de las conversaciones un argumento que se repite. Los viejos del lugar advierten, casi sentencian: los fuegos se apagan en invierno. No era esta la primera vez que escuchaba la fatídica frase, sin embargo, esta vez mi reflexión fue distinta. Pienso en la gran verdad que encierra esta reflexión al estilo más vale prevenir que llorar. Implica la primacía de las cosas importantes frente a las urgentes. Una buena gestión pasa necesariamente por una minuciosa política de prevención. Y ya no estoy hablando sólo de incendios forestales. Si no hay recursos, si la crisis nos obliga a mirar la rentabilidad de cada céntimo invertido, entonces, es el momento de redoblar nuestras inversiones preventivas: programas de prevención en sanidad, en educación, en justicia, en empleo,… porque invertir en prevención supone el mejor de los ahorros posibles. Escatimar en el corto plazo, a costa de arriesgar el futuro es una política, cuanto menos, temeraria. Racanear, gestionar desde la miseria, supone encomendarse a la suerte de los elementos, a sabiendas que, más pronto que tarde, habrá que pagar con creces el pequeño “ahorro” conseguido.

Si dejamos crecer las hierbas del olvido en los caminos del progreso, corremos el riesgo de que la maleza cubra por completo el sendero marcado. Cuando queramos reaccionar, cuando nos demos cuenta de los errores cometidos y queramos enmendarlos, observaremos aterrados como los pájaros han comido las migas de pan que dejamos para señalar el camino de regreso a casa, y que nuestra falta de previsión, nuestra confianza ciega en la suerte, nos ha dejado perdidos en la oscuridad de la noche. Entonces tendremos que empezar nuevamente de cero.

De los errores se aprende. De las grandes catástrofes se obtienen aprendizajes intensos. Las montañas arden, los paisajes desaparecen calcinados, avivados por las circunstancias y, también por la desidia. La educación, la sanidad, el empleo, la juventud misma, también se consumen bajo las llamas del desamparo, la miseria y la desesperanza. Cuando queramos actuar, el fuego habrá prendido con tal fuerza que necesitaremos redoblar los esfuerzos (y los recursos), para intentar recuperar una generación, que quizás, como los montes, ya se encuentre perdida. Y es que, como dicen los mayores, los fuegos se apagan en invierno.
¡FELIZ REFLEXIÓN!

lunes, 2 de julio de 2012

DE PALABRAS Y DE HECHOS


Antes de iniciar cualquier camino nuevo es siempre conveniente detenerse a reflexionar, aunque sea unos minutos, para decidir dónde queremos llegar y qué dirección van a tomar nuestros pasos. Es importante tener objetivos y por supuesto, diseñar un plan de acción, una estrategia que nos acerque a ellos. Sin embargo, el punto determinante que separa el éxito del fracaso, es siempre el momento en el que nos ponemos en acción. El primer paso es siempre el más importante, no sólo porque marca la dirección que van a tomar nuestros pasos, sino también porque implica que nuestro proyecto está en marcha, que está vivo. Es el momento en que nuestras ideas, nuestros pensamientos y nuestras expectativas abandonan el nido de nuestra mente y alzan el vuelo concretandose en hechos, en acciones, en conductas.

Es importante plantear los proyectos sobre el papel, pero al final, lo único que queda son las acciones que llevamos a cabo para conseguirlos. Desgraciadamente, demasiados sueños han quedado atrapados entre las páginas de un cuaderno, porque no reunimos el coraje suficiente para intentarlo. Las ideas orientan, pero los hechos definen.

Es indispensable creer en nuestras posibilidades, mantener una actitud positiva e, incluso desear que la suerte esté de nuestro lado, pero siempre sin olvidar lo de “a Dios rogando y con el mazo dando”. No por mucho desear algo va a convertirse en realidad. La filosofía apropiada en estos casos es, como decía Picasso, “que cuando llegue la inspiración, me encuentre trabajando”.

Un breve cuento como ejemplo…

El pequeño ciempiés sintió que debía lanzarse a caminar, y preguntó inquieto a su madre:

-Para andar, ¿qué pies debo mover primero: los pares o los impares, los de la derecha o los de la izquierda, los de delante o los de detrás? ¿O los del centro? ¿Y cómo? ¿Y por qué?

-Cuando quieras andar, hijo mío -le respondió la madre- deja de cavilar y... anda.

* Fotografía: escultura "el caminante" de Juan José Eguizabal, Vitoria.


¡FELIZ REFLEXIÓN!

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